La contaminación por plásticos es un problema muy conocido hoy en día, pero existen otros problemas más desconocidos para la sociedad como son los generados por las cremas solares.
Los ecosistemas marinos están formados por multitud de organismos vivos que son bastante sensibles a los cambios que se produzcan en su entorno. Pequeños cambios de pH, temperatura, salinidad, composición química del agua, etc, suponen un gran problema para estos seres que, al no poder hacer frente a estos cambios, se ven gravemente perjudicados.
Como ocurre en cualquier ecosistema de la naturaleza, todo está en perfecto equilibrio, por lo que una especie sufra y llegue a la muerte y consiguiente desaparición provoca que todo el ecosistema se caiga como un castillo de naipes.
El grave problema de contaminación que están sufriendo los mares y océanos de nuestro planeta está poniendo en serio peligro la estabilidad y supervivencia de éstos ecosistemas ya que muchas de las especies no son capaces de hacer frente a estos cambios en su entorno provocados por la acción humana.
Uno de los “actores” más conocidos es el plástico, los productos de un solo uso fabricados por plástico están colonizando cada rincón del planeta poniendo en peligro la estabilidad y supervivencia de los ecosistemas tanto marinos como terrestres.
Pero existen otros productos que no son nada buenos para la fauna y flora marina, es el caso de las cremas solares. Hace unos años en zonas tropicales, sobretodo en el archipiélago de Hawaii se empezó a observar un blanqueamiento anormal de los corales más allá de los producidos por el aumento de la temperatura.
Tras un estudio exhaustivo se determinó que la causa de esa muerte anormal de las colonias de corales eran los productos químicos usados en la composición de las cremas corporales.
Estos químicos, concretamente oxibenzona y octinoxato, son altamente tóxicos para la vida marina, ralentizan el crecimiento del coral, provocan un aumento de infecciones virales y alteran sus ciclos reproductivos provocando un blanqueamiento y un aumento a la sensibilidad del cambio climático, lo que en última instancia provoca su muerte.
La muerte de los corales implican la completa alteración del ecosistema circundante, ya que éstos suponen el sustrato para multitud de fauna y flora. Los arrecifes de coral son los ecosistemas más biodiversos de los océanos, equivalente a las selvas tropicales terrestres, por lo que una gran cantidad de especies animales, algas y plantas marinas, dependen de la supervivencia de estos pequeños seres. La desaparición de los corales supone un grave trastorno para estas especies, muchas endémicas, que puede acarrear incluso la extinción de éstas.
Según el National Geographic, cada año acaban en el mar 14 000 toneladas de crema solar, que no solo solo afectan a los corales, sino a otro tipo de fauna y flora marina, por lo que se trata un problema realmente importante.
Para atajar el problema hay zonas del mundo, como el archipiélago de Hawaii y de Palaos, que han introducido en sus legislaciones la prohibición del uso de cremas solares que contengan oxibenzona y octinoxato en sus aguas territoriales para proteger la supervivencia de sus arrecifes de coral.
Simplemente fijándonos en la etiqueta de la crema cuando vayamos a comprar puede ayudarnos a discernir las peligrosas para el medio ambiente de las que tienen en cuenta su protección. Las cremas solares que no contienen dichos componentes en sus ingredientes tendrán un letrero bien claro y visible que ponga Sea Friendly o similar. Por lo que el simple gesto de darle la vuelta al bote y buscar esa descripción puede ayudar notablemente a la preservación del ecosistema marino, un ejemplo de más de que los pequeños gestos individuales provocan grandes cambios globales.